Descubrimientos
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He aquí algunos descubrimientos que han hecho clave en los estudios bíblicos.
1. La inscripción de Behistún (1835). Tallada en la roca, en tres
idiomas, con caracteres cuneiformes. Abrió las posibilidades para el
desciframiento de escritos cuneiformes: se le conoce como “la clave para
otras claves”.
La inscripción de Behistún, grabada en la pared de un acantilado,
contiene el mismo texto en tres idiomas, donde se explica la historia de
las conquistas del rey Darío I, y está ilustrada con imágenes talladas
del soberano con otros personajes presentes
2. La estela moabita (1868). Contiene el relato del triunfo de Mesha,
rey de Moab, contra Ahab y Joram, reyes de Israel. La inscripción
proviene de la edad del Hierro Tardío (c. 840 a.C.). Su importancia en
los estudios bíblicos es triple: (1) Ayuda para los estudios de
escritura antigua (paleografía). El idioma moabita es pariente cercano
del hebreo bíblico. Una comparación de ambos ayuda a entender el estilo
de escritura hebrea en aquella época. Ayuda a fijar la fecha de otras
inscripciones y escritos al comparar el estilo de las letras. (2) La
estela de Moab ofrece también ayuda en el campo religioso al darnos una
perspectiva particular sobre el dios Moloc. (3) El valor histórico se da
al corroborar un acontecimiento histórico narrado en la Biblia (2 Reyes
3:1–27).
3. El imperio hitita (1871, 1906). Lo más importante es el
descubrimiento en 1906 del archivo estatal hitita con más de 20.000
textos cuneiformes, parte acadios y parte hititas. La interpretación de
los textos hititas se inició en 1915. Lo más importante del
descubrimiento de estos textos son los tratados de vasallaje o de
soberanía. El modelo que siguen aparece de una u otra manera en varias
partes del Antiguo Testamento. Desde los estudios de Mendenhall, estos
tratados han ayudado a comprender mejor el importante tema de la alianza
(pacto) en el Antiguo Testamento. Varios elementos culturales de la
época de los patriarcas han sido iluminados por estos descubrimientos.
4. El código de Hamurabi (1901). La estela que contiene el código de
leyes fue descubierta en 1901 por arqueólogos franceses. Lo escribió
Hamurabi, rey de Babilonia. Este rey vivió unos cuatrocientos o
quinientos años antes de Moisés. Hay mucha similitud entre las leyes de
Hamurabi y las leyes mosaicas. En el texto de Hamurabi aparece la ley
del talión. Este descubrimiento ayuda a los estudios bíblicos a ubicar
las leyes mosaicas en un contexto más amplio y a abrir los ojos a muchos
escépticos que no aceptan la antigüedad de las leyes mosaicas. Por otro
lado, las leyes de Hamurabi permiten reconocer la diferencia entre
leyes de carácter general y universal, y aquellas propias del pueblo de
Dios.
5. Nuzi y Mari (1925 y 1936). En Nuzi se descubrieron más de 20.000
tablillas provenientes del siglo XV a.C. De la misma época son las de
Mari (más de 20.000). Ambos descubrimientos han arrojado luz sobre el
contexto histórico y cultural de los patriarcas; los relatos sobre la
relación de Abraham y Agar (Génesis 16); la de Jacob y Bilha (Génesis
30); la adopción de un esclavo como heredero (Génesis 15:2). Todos estos
casos son corroborados por las costumbres de los contemporáneos de
Abraham, narradas en las tablillas de Nuzi.
6. Ras-Shamra (Ugarit) (1929). El descubrimiento de innumerable
cantidad de tablillas escritas en ugarítico ayudó a tener un cuadro bien
completo y claro de la cultura y religión cananita. Con los relatos
mitológicos de Ras- Shamra y el cuadro que describe la Biblia, ahora
podemos comprender mejor por qué la Israel del Antiguo Testamento dejó
tantas veces a Jehová por seguir a “otros dioses”. Los estudios de Frank
M. Cross y otros son apenas un botón de muestra de lo imprescindible de
este descubrimiento para comprender el fondo religioso-teológico del
Antiguo Testamento. Además, el ugarítico, al ser un idioma similar al
hebreo, ha ayudado a comprender palabras incomprensibles del hebreo
bíblico. Una de las más grandes contribuciones se ha dado en el estudio
de la estructura literaria y gramatical de muchos de los salmos. Se sabe
ahora que los salmos reflejan la idiosincrasia del lenguaje poético y
la estructura de los pueblos asentados en Canaán.
7. Las cartas de Laquish (1935). El cuarto del centinela del antiguo
fuerte de Laquish proveyó 21 fragmentos de tiestos. En ellos se
describen, con lujo de detalles, los últimos días de Judá. Estos
escritos se hicieron en la premura y peligro de un ataque. Se acercaban
los ejércitos babilónicos. El centinela garabateó la mala noticia en
pedazos de barro. Este descubrimiento es importante para los estudios
bíblicos porque habla de un profeta que proclamó un mensaje de
advertencia. Este profeta fue, sin duda, Jeremías. Varias de las
expresiones en los escritos de Laquish aparecen en los escritos de este
profeta (Jeremías 6:1; 38:4; cf. 34:7). Las cartas de Laquish ofrecen
fuerte evidencia que corrobora la historicidad del cautiverio y el
exilio. Son también importantes para la paleografía porque muestran cómo
se escribía el hebreo en aquel tiempo.
8. Los rollos del mar Muerto (1947). Este es el descubrimiento
arqueológico más conocido de los tiempos modernos. Las excavaciones en
el sitio (Qumrán) han dado información sobre la vida y costumbre de la
secta judía conocida como esenios. Lo más importante de todo ha sido el
descubrimiento de gran cantidad de rollos o fragmentos de ellos (más de
600). Estos rollos habían sido guardados en once cuevas. La secta judía
esenia vivió entre el siglo II a.C. y el siglo I d.C.
Son varias las contribuciones de este importante descubrimiento:
a) Todos los libros del canon hebreo se encontraron en Qumrán, excepto
el libro de Ester. Esto no solo presenta ciertos datos interesantes
sobre el canon, sino que ofrece, sobre todo para los eruditos, un texto
hebreo mil años más antiguo que el usado en las ediciones críticas
(científicas) del hebreo bíblico. El estudio del texto de los rollos
permite conocer la diversidad de tradiciones textuales, y así poder
evaluar mejor el Texto Masorético (TM). Es importante saber que varios
de los rollos y fragmentos están más cerca de la traducción griega
conocida como Septuaginta (LXX) que del TM.
b) Qumrán ofrece ahora en su idioma original los escritos de varios
libros deuterocanónicos, hasta hace poco tiempo sólo conocidos en
griego: Tobías en arameo, y el Eclesiástico en hebreo.
c) Se han descubierto algunos Tárgumes (traducciones de libros bíblicos
al arameo). Por ejemplo, el Tárgum de Job, escrito en el siglo II a.C.
Con ellos el erudito puede reconstruir el hebreo que sirvió de base a la
traducción aramea. Además, ayudan a entender la historia de la
interpretación pues nos muestran cómo se entendió un pasaje específico
en aquellos tiempos.
d) Se descubrieron una gran cantidad de libros conocidos como
Pseudoepígrafos (Enoc, Jubileos, El Testamento de los doce patriarcas).
Ahora tenemos, en arameo y hebreo, libros que antes sólo se conocían en
traducciones etíopes del griego. Estos libros son de suma importancia
para reconstruir la diversidad del pensamiento teológico del judaísmo
intertestamentario y del primer siglo. Mucha de esta teología se refleja
en varios libros del Nuevo Testamento.
e) Por último, muchos de esos rollos son documentos escritos por los
esenios mismos (Manual de Disciplina o Regla de la comunidad, Regla de
la congregación, Documento de Damasco, comentarios bíblicos y salmos,
entre otros). Ahora tenemos la oportunidad de conocer en detalle los
rasgos teológicos de una de las sectas principales del judaísmo. Los
estudiosos han encontrado una enorme cantidad de rasgos comunes entre
los esenios y el Nuevo Testamento.
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