¡Crucifícale!

Hasta el momento, Jesús habla estado predicando el evangelio, sanando enfermos limpiando leprosos, resucitando muertas alimentando multitudes, bendiciendo a los niños, haciendo prodigios y maravillas.
Y el fin de una vida que sólo trajo bendición fue esta: de pie, junto a un delincuente (Barrabas) y frente a una enfurecida multitud que en ese momento, habiéndose olvidado de todas las obras de Jesús, solo atinaban a gritar ¡crucifícale, crucifícale!
Ante tan absurda reacción del pueblo, Pilato les dijo:
“Pues que mal ha hecho este hombre”
“Ningún delito hallo en él” (Juan 18:38).
Pero todos instaban a grandes voces pidiéndole que sea crucificado. El Señor ya lo habla dicho.
“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron mis las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3: 19),
Todo esto estaba profetizado, pero el pueblo que condenó a Cristo, con el pasar de los años, tuvo que pagar las consecuencias de su pecado.
Sabes amigo, Jesús murió en aquella oportunidad, pero resucitó al tercer día y hoy sigue hablando a multitudes a través de su Palabra escrita en la Biblia y sigue sanando enfermos, cambiando vidas, restaurando hogares. Pero también sigue siendo rechazado por multitudes que amando más el pecado y la vida fácil, el adulterio, ‘las borracheras, la violencia, niegan al Señor si bien no con sus labios, pero si con sus malas obras, rechazando el evangelio y a quienes lo predican.
La pregunta que Poncio Pilato le formuló al pueblo aquella vez, es para ti ahora:
¿Qué pues haré de Jesús llamado el Cristo? (Mateo 27:22),
¿Qué harás de Jesucristo? ¿Le rechazarás en tu vida crucificándole nuevamente, o le recibirás como tu Señor y Salvador personal? Jesús te invita.
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3: 20),
Abrele la puerta de tu corazón y luego de tu hogar, El salvara y cambiará tu vida y la d, tu familia, sólo desea hacerte bien y bendecirte todos los días de tu existir, para luego darte la vida eterna en su mansión celestial. No desaproveches esta oportunidad. Dios te bendiga.
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