lunes, 21 de noviembre de 2011

Inscripciones halladas en Israel reforzarían los textos de los Evangelios


A medida que la arqueología avanza en Israel, aparecen más y más indicios de una población bastante alfabetizada. Así lo cree el  arqueólogo israelí Boaz Zissu, profesor en la Universidad Bar Ilan , antiguo comandante de la unidad de protección de antigüedades en Israel y  especialista en graffiti, término tomado del italiano -plural de  graffito – usado por arqueólogos y epigrafistas para las inscripciones espontáneas que han quedado en las paredes desde tiempos del Imperio Romano.
El debate sobre si Jesucristo predicó a una población casi absolutamente analfabeta o si contó con abundantes oyentes con capacidad de tomar notas por escrito, ha estado vivo durante años.
Los que quieren debilitar la fiabilidad de los Evangelios prefieren la primera opción: si la población era analfabeta, sólo la tradición oral conservaría sus palabras. Esto llevaría al debate sobre cuán fiable es la transmisión oral en una sociedad antigua basada en la memorización y la oralidad.
Por el contrario,  los que creen en la fiabilidad de los Evangelios, tienden a recordar que la sociedad judía, ligada al conocimiento íntimo de la Biblia, sin duda contaba con numerosas personas capaces de escribir y tomar notas.  Algunos apóstoles podían perfectamente haber tomado notas de las enseñanzas de Jesús en tablillas de madera con capas de cera. Incluso oyentes ocasionales podían quedar impactados por algunas de sus frases y, al volver a casa, sentarse y ponerlas por escrito.
Sabemos por Flavio Josefo que el Sumo Sacerdote Joshuá ben Gamala -hacia el año 64 d.C, antes de la primera revuelta judeo-romana- pretendía establecer un profesor por cada 25 niños por toda Israel… para lo cual debía contar con muchas personas alfabetizadas. Y  el mismo Jesús a menudo repetía a sus enemigos: “¿Es que no habéis leído…?”  y no se sabe que nunca le respondieran con un “¡qué nos cuentas, si ni tú ni tus pescadores sabéis leer!”.
EL TESTIMONIO DE LOS GRAFFITI
 ”Si hablamos de un nivel de alfabetización básica, los graffiti nos muestran, por su mera cantidad y la amplitud de la población que representan, que esta parte del mundo en particular estaba muy alfabetizada”, declara Boaz Zissu  en un artículo publicado recientemente por el The Jerusalem Post. “Las habilidades básicas de escritura las compartía una proporción muy alta de la población”, agrega. Y eso incluye la capacidad para tomar notas taquigráficas básicas para los negocios del día a día, recados sencillos… y quizá recordar las grandes palabras de un predicador galileo itinerante.
El profesor Jonathan J. Price, presidente del departamento de Clásicas de la Universidad de Tell Aviv explica en el mismo artículo que el estudio de los graffiti antiguos hasta ahora había sido bastante desatendido (“somewhat neglected”) pero que pronto se formará un equipo de expertos internacionales que trabajarán en grupo para publicar todos los graffiti que se han hallado en el periodo comprendido entre el siglo IV a.C. y el VII d.C. A saber: 13.000 textos en más de 10 idiomas.
“Los graffiti antiguos se escribían para que perdurasen. No eran bromas escatológicas en un lavabo, sino que a menudo eran epitafios escritos a mano con pintura en una pared, o grabado con un clavo, o mensajes para el futuro”, puntualiza Price.
El artículo del Jerusalem Post está firmado desde Hirbet Burjin, un asentamiento sobre una red de túneles subterráneos usados por los rebeldes hebreos en el año 135 d.C. Pero por debajo de los túneles hay una tumba del siglo I, y en ella, inscrita en las paredes, se ve tres veces una palabra compuesta por las letras hebreas shin, peh y nun (Sh-P-N), que en significa “conejo”.
“Creo que es el nombre de los dueños de la tumba. Siempre busco grafitti diminutos de estos porque nos cuentan una historia y nos llevan directo a la mente de alguien, sin historiadores ni fuentes formales. Aquí puedes leer algo escrito directamente por uno de nuestros ancestros hace dos mil años. Es como recibir un e-mail del pasado”, explica Boaz Zissu.
 Fuentes: ReL© Protestante Digital 2011

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