martes, 13 de diciembre de 2011

Hay que hacer la Voluntad de Dios

Hay que hacer la Voluntad de Dios

Hay que hacer la Voluntad de Dios
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30 de Noviembre del 2011

Rev. Humberto Henao
“El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta”, Juan 7:17.

NO ES SOLAMENTE CONOCERLA, HAY QUE HACER LA VOLUNTAD DE DIOS
 
“El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta”, Juan 7:17.
 
“Tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:14), es decir el continuo estar en el templo, el oír la Palabra de Dios hace que su cerebro se habilite para poder discernir ¿Cuántas mujeres saben que no deben vestirse de manera indecorosa y sin embargo lo hacen? Creyentes que leen y escuchan la Palabra de Dios con frecuencia; mas no es conocer la voluntad de Dios, la dificultad es hacerla; entonces el asunto no está en el cerebro sino en el corazón.
 
Elí conocía teóricamente como Dios trata con las personas. Es tan triste que uno sepa cómo es el trato de Dios, y hasta dé consejo a otros y que no lo haga con uno mismo. “Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel… Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. Y dijo Elí a Samuel: Ve y... si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye… Y vino Jehová… y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye” (1 Samuel 3:4-10).
 
Balaam era conocedor de la voluntad de Dios. “Los ancianos de Moab y los ancianos de Madián… llegaron a Balaam y le dijeron las palabras de Balac… Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es. Así Balaam... dijo a los príncipes de Balac: Volveos a vuestra tierra, porque Jehová no me quiere dejar ir con vosotros” (Números 22:7-13). Balaam sabía que no podía maldecir al pueblo, pero como había un ofrecimiento, no quería dejar de aprovecharlo, y creyó que Dios podía cambiar de opinión.
 
Apolos un predicador muy usado por Dios. “Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos… varón elocuente, poderoso en las Escrituras. …hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor... Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga... Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho… porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo” (Hechos 18:24-28).
 
Apolos era una bendición en las manos de Dios; más adelante vemos a Pablo rogándole para que cumpliera una labor. En 1 corintios 16:12, leemos: “Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad”. Cómo es que un hombre con estos recursos, con este bagaje ministerial, que con todo lo que tenía, que podía hacer el trabajo; y ahora dice que no va, que no quiere. Amado el problema no está en la mente, sino en el corazón.
 
Nos damos cuenta que Dios quiere hacer grandes cosas, Él tiene grandes planes. Dios recoge gente de todas las edades, los trae con un objetivo, pero a veces no se logra el propósito. Y no es que Dios no tenga el poder, y no es que ellos no tengan los conocimientos, porque ahora hay literaturas, hay Biblias electrónicas, hay una gran cantidad de información en Internet. Y pueden usar esa bendición y no lo hacen; no es que no puedan, es que no quieren. Que obstáculo tan tremendo encuentra Dios cuando no se quiere hacer lo que Él desea.
 
En Colombia hemos perdido una cantidad de obreros, pero también han ingresado otro gran número, siempre la cantidad de ingreso es superior a la proporción de egresos. Pero hay gente en la cual Dios pudiera hacer mucho más; muchachos con talentos musicales, con una voz excelente y se les tiene que rogar para que vengan a ayudar, tienen que suplicarles que por favor venga al ensayo, que ayuden, y algunos llegan hasta molestos. Dios nos guarde.
 
Conocer la voluntad de Dios no es complicado. A través del apóstol Pablo les habla a los judíos (sobre la ley), leemos: “He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor”, Romanos 2:17-18. El pueblo judío sabía y conocía el querer de Dios para ellos, ¿sabe lo que Dios quiere para usted? La Escritura nos dice: “Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación”, 1Tesalonicenses 4:3.
 
Que la vida moral sea una vida recta, una vida limpia; pero cuando transgreden y pasan por encima, aun conociendo las predicaciones, las enseñanzas ¡Cuidémonos! Cuídese de esa influencia negativa del internet, de tanta basura, tanta pornografía y tantos pecados. No podemos controlar la vida privada de los creyentes; uno escasamente controla. Pero, ¿Dónde radica ese control? No es el conocimiento, es en la voluntad; es el hacer la voluntad de Dios.
 
Romanos 2:18-23 dice: “Y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor”, está en el cerebro ese conocimiento; y sigue diciendo: “Y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras?”. Les está diciendo: ¡Ustedes tienen el conocimiento!
 
Cuando uno tiene la gracia, y viene a ser siervo de Dios, hay que hacer la voluntad del Señor hasta donde sea posible, no hay otra opción. El apóstol Pablo dijo: “Pues si anuncio el Evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el Evangelio!”, 1 Corintios 9:16. Entendemos que los descarriados son infelices y no tienen paz, conocen la verdad y la desechan, y son atormentados en su conciencia.
 
Muchos profetas predicaron y fueron aceptados; a Jeremías no le fue así, él dice: “Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la Palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día” (Jeremías 20:8). ¿Qué no hizo este profeta? Ahora Jeremías dice: “No me acordaré más de Él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude” (Jeremías 20:9).
 
A través de Jeremías dijo Jehová: “Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos” (Jeremías 6:16), la voluntad de ellos se bloqueó y dijeron: “No vamos a hacer eso”. El Señor Jesús en una parte alta de Jerusalén dijo: “!Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! !Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mateo 23:37).
 
En todo lugar hay pastores que ya no quieren hacer la voluntad de Dios, dejan que sus iglesias sean liberales, mundanas; y viendo que el mal está acosando, en vez llamar a los infractores y corregirlos, los consiente. Los pastores tienen la obligación de presentarle a Dios una iglesia redimida, transformada, tienen la autoridad moral y bíblica para corregir el pecado, “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”, Efesios 4:12.
 
Hay personas de afuera que admiran esta obra. El presidente de la Sociedad Bíblica de Colombia, dijo a los empleados: ¡Por favor, oremos por el Movimiento Misionero Mundial, esta misión se quiere conservar, pidámosle a Dios que los guarde, que no se aflojen, que no se acobarden! Y oraron por nosotros. Otras Instituciones nos dicen: ¡Guárdense, porque hace 30 años todos los concilios eran parecidos a ustedes y han ido menguando, por favor no decaigan!
 
“El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta”, Juan 7:17. Me gustaba la contienda y la dialéctica (con los testigos de Jehová, con mormones, con adventistas), me gustaba la apologética, y me encontré con gente terca y obstinada, “que viendo no ven, y oyendo no oyen”. En la actualidad ya no lo hago, porque ellos empiezan con una serie de argumentos, y para qué gastar tiempo. En cambio llega el nuevo convertido y con entusiasmo quiere agradar a Dios, y se involucra en los proyectos de la iglesia.
 
Lo primero que hay que hacer es DESEAR
 
Dios le reveló a Daniel la siguiente parte de las profecías (sobre las 70 semanas), porque lo deseaba. Cuando llegas a la casa en vez de prender el televisor toma más bien las Escrituras, hay que desearla, para fortalecer el mensaje que escuchaste, para aprender más textos. Pero el pueblo con escaso conocimiento ni se preocupa, no hay deseo; pero pregúntenle de los equipos de fútbol, de la farándula, de las últimas telenovelas, y verá que eso si saben.
 
¿Desea hacer la voluntad de Dios? cuando ese deseo empieza a crecer, usted puede hacerlo, porque tiene un cerebro, unas neuronas, tiene los recursos intelectuales, allá están las Biblias de todas las versiones que quiera. Creyentes que llegan por inercia y no por amor, en cambio otros que con entusiasmo suben la escalera rápido, buscan una banca y se arrodillan para orar, luego empieza el coro y comienzan a cantar con gozo. Hermano es necesario que usted desee.
 
Allá en Colombia un hermano empezó con hambre y sed de Dios, todos los sábados pedaleaba de tres a cuatro horas en bicicleta para llegar al culto o al ayuno; y de pronto él se acercaba con una Biblia y me decía: ¡Pastor, yo no entiendo este versículo! Y yo dije: Pues yo tampoco. Estaba muy nuevo en el ministerio, pero igual me juntaba con él y buscábamos concordancias, comentarios, diccionarios; tratando de escudriñar que quería decir el texto. Había un deseo de aprender de parte de él; incluso el poco ahorro que tenía lo utilizó en libros y cosas de la obra.
 
Observé que ese hombre quería crecer, ahora es presbítero en esta obra. En una ocasión que mi hermana era líder de jóvenes le dije: “Démosle oportunidad a este joven que predique”. Ese día fue a predicar y se puso muy rojo y le corría sudor, lloró y no dijo mayor cosa; y mi hermana pensó que no servía. Le dije: “Él sirve, lo que pasa es que el hecho de ver gente al frente lo bloqueó”. El hermano se enredó, no pudo, y le dije: “Va a volver a predicar mañana”; y ahí bregamos con él, porque a la gente de deseos hay que darle oportunidades.
 
Lo segundo que hay que hacer es DISPONERSE
 
Además del deseo tiene que ir más allá, y esa es la disposición. “El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer” (Hechos 9:6). Pablo le dijo al Señor: ¿Cuál es tu deseo para mi, cuál es el programa a partir de ahora, qué es lo que hay que hacer? Y el Señor le dijo: Entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Siempre debe haber esa disposición.
 
¿Qué quieres que yo haga? El asunto es difícil porque lo que Dios quiere que hagamos a veces no es lo que uno quiere hacer. Dios empieza a ponerlo a uno en el molino, y todos los que estamos en la obra del Señor sabemos por donde nos ha pasado Dios; en lo personal yo soy del campo y mi mamá era una mujer de unos principios éticos muy correctos pero de un carácter muy fuerte, y cuando cumplí dieciocho años yo dije: “A esta señora no la voy a aguantar, en cuanto tenga veinte años me voy de esta casa, porque yo no quiero conflictos con ella, yo respeto a mi madre”.
 
Mi madre me hablaba duro, siendo pastor me correteaba con el palo de la escoba. Dios usó esa mujer para moldearme; ya tenía planes de casarme a los veinte años y cuando los cumplí doce días después se murió mi papá, y me dejó de herencia a esa señora (mi madre) y a mis siete hermanos pequeños. Y cambie mis planes, e hice un pacto a Dios que yo iba a ver por esos muchachos hasta que el menor tuviera quince años y en ese entonces tenía tres años.
 
Cuando le dice a Dios: “Señor aquí estoy”, entonces Dios le dice: “Está bien, vamos a trabajar, y le coge los planes y los proyectos suyos y se los tira por el suelo para saber que va a hacer”. Y Dios empieza a bregar con muchachos adolescentes, con jóvenes inexpertos, inmaduros, sin recursos, sin conocimiento, sin intelecto, sin herencia, sin nada. A algunos hay que buscarlos a  su casa para traerlos al culto, otros vienen con mucho esfuerzo en bicicletas pedaleando horas, unos quemados por el sol (vienen de dentro de la selva), otros llegan de las tribus indígenas, entre otros más.
 
Es tan triste ver creyentes que llegan al templo y ni oran, se sientan masticando chicle, respondiendo el celular en pleno culto, mandando mensajes de textos, como va el Señor a trabajar con una criatura en esa condición. Como pretende que Dios lo use y le dé un ministerio si no hay ese anhelo, no hay ese deseo ferviente de hacerlo para la gloria de su nombre. Tiene el conocimiento, sabe manejar una computadora, tienen mucho que dar. Dios le dirá: “Bueno, si quieres hacer lo que yo quiero, al suelo”, y empieza un proceso.
 
Me casé algo mayor, los planes míos fueron para un lado y dejé que Dios interviniera. Cumplí los 30 años y me reuní con la familia y me dijeron: “Qué pasa, que no le oímos de hogar, de matrimonio”, y yo callado deseando casarme. ¿Quién no quiere casarse? pero yo todavía no podía, había que postergar esto un poquito en bien del cristianismo.
 
Lo que hay que hacer es SERVIR
 
Usted sabe que la teología moderna es a tener y a disfrutar, es  siembra y recoja, no a servir; el cristianismo bíblico es servir. Joven predicador no puede caer en esa teología moderna de estar instando al pueblo a tener y a tener, Dios al que quiere da riquezas, a algunos los bendice económicamente, pero esa no es la prioridad de una iglesia, no es solamente a tener, gente explotada y abusada porque los han engañado con supuestas promesas.
 
El Rev. Enrique Centeno me presentó unos años atrás en Bogotá a un hermano lustrabotas y ese hombre tuvo un problema hace unos cuatro años, él estaba en casa, viendo televisión donde decían: “Allá en Colombia hay uno que tiene 500 dólares guardados…”. Y él dijo: “Huy, ese soy yo…”. Desde el televisor decían: “Corre, toma el teléfono que Dios te va a dar tanto”. El hermano trabaja en el Aeropuerto y a veces le pagan con dólares, entonces él no los cambia sino que los va juntando. Por este programa de televisión, él promete entregar los 500 dólares.
 
Al otro día llegaron por él, pero no le dijo nada a la esposa, él estaba en el trabajo y la esposa estaba en la casa. La esposa espantó a los que habían venido por el dinero y por esta razón se creó un conflicto familiar. Entonces en uno de los viajes que hice me contó lo sucedido. Le manifesté que cuando uno señala una cámara y todos la miran se van a sentir aludidos, la ley de las probabilidades funciona así. Era como las ocho de la noche, es probable que haya 100,000 personas a esa hora viendo el programa de televisión.
 
Yo apoyo la obra de Dios genuina porque la conozco, pero que vengan a decirme con manipulación. Porque uno tiene que saber a quién le da lo que Dios le ha provisto, hay gente que dentro de la obra no apoya y si viene un charlatán por allí a ese si le dan, se han dado esos casos. Ustedes lo saben, dejan a un vivaracho por allí, una persona viene y los manipula y les saca, y aquí pidiendo ofrenda misionera y echan el dolarito ese viejito de siempre; es que a veces Dios ajusta porque no le damos lo que Dios quiere que le den.
 
Viene el momento de CUMPLIR
 
“Ahora, pues, llevad también a cabo el hacerlo, para que como estuvisteis prontos a querer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tengáis. Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene”, 2 Corintios 8:11-12. Entonces, una vez que haya disposición viene la ejecución y es lo más difícil; porque si Dios le dice que renuncie a ese empleo, si le dice que corte con ese noviazgo, a algunos se lo ha dicho y no lo hacen, hay que cumplir la orden de Dios.
 
Hace seis años fui a cierto lugar, y me acuerdo de aquel pastor que me invitó al quinto aniversario de su iglesia, estaba muy hermoso; luego me invito para el culto de la iglesia madre que tenía ochenta años de existencia. Fuimos de noche, iba pensando ver un templo grande; pronto llegamos, era un templo con unas 50 personas, el portero bien abuelito, también observé que no había jóvenes, el pastor tenía unos 80 años, eran como 40 personas en el lugar. Una obra si no se renueva continuamente, tiende a menguar.
 
Hermanos, estuve en Florencia y vinieron a la confraternidad más de mil jóvenes, y la mayoría de los que hicieron su decisión era gente joven. Usted mira la membrecía del pastorado en Colombia, el 70% del pastorado tiene menos de 40 años de edad; y nosotros nos esforzamos a verter en ellos la bendición, la responsabilidad, para que capten la visión que Dios le ha dado a esta obra, esta es la generación que tiene que sustituirnos.
 
El 28 de marzo de 1980 que salí a servir en la obra del Señor, cuando mi madre me vio empacando la maleta, las dos mudas de ropa y unos libros, me dijo: “¿Usted se va a meter de pastor?”, llamó a mis otros hermanos y hermanas y les dijo: “Mire a este de pastor, ¿no tiene manos, no le enseñó su papá a trabajar? va a coger a arriba y abajo con la Biblia, ya lo veré con esas maletas aquí otra vez”. Me fui, llegué y recibí a ese pequeño grupo de creyentes en la frontera con Venezuela, allí en la orilla del río, al final de la reunión apagué la lámpara en ese piso y me eche a llorar y le dije a Dios: ¡Señor, nunca me permitas regresar!
 
“Fue entonces Ananías y… dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo…”, Hechos 9:17-18. Lo que a Pablo le llevó ser el gran hombre de Dios fue hacer la voluntad del Señor; era un hombre con mucho conocimiento, más adelante dice de esto, “lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:8). El provenía de las escuela rabínicas, de grandes maestros, el era muy preparado en el judaísmo, pero ya no cuenta con todo eso.
 
Le dijo el Señor a Pedro: “Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras” (Juan 21:18). Gente que compartió con nosotros, que fueron nuestros amigos, que estaban en la misma labor y luego se afectaron, eso fue muy duro. Tener que decirle a un hijo o a una hija: “No puedes estar en esta casa, tu conducta no armoniza con los preceptos bíblicos, no puedes traer una vida inmoral y sucia a esta casa”, siendo parte de uno eso es terrible.
 
Este año de VOLUNTAD que marque una pauta de verdad, dispóngase. Esta es una Palabra sencilla que llega a su corazón y a su mente, hay que asumirla. Dios quiere contar no con su conocimiento, sino con su voluntad dispuesta, eso cuesta, eso traerá de pronto dolor y angustia, eso hará que tenga que sacrificar de pronto intereses personales, derechos legítimos, pero que a partir de eso Dios podrá hacer lo demás. De qué sirve el conocimiento si no hay la voluntad, entonces lo primero que debemos hacer es la voluntad de Dios.

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